40 años dejando huellas

Detrás de una gran institución siempre se encontrarán grandes personas, el cual entregaron su vida y juventud para que ésta sea grande, y ver reflejado su esfuerzo en las futuras generaciones y el orgullo en sus familias.

El pasado 30 de mayo de 2020, el señor Subinspector Marco Simbaña logró cumplir su anhelo más grande, después de 40 años de servicio en la institución uniformada más antigua del Ecuador, retirarse con dignidad y con el uniforme intacto de las filas del Cuerpo de Agente de Control Metropolitano Quito, para después de tanto tiempo, dedicarlo a su familia y nietos quienes lo llaman “Mi sub”. Un personaje que se llevó el cariño de muchos de los compañeros quienes tuvieron la oportunidad de trabajar con él desde 1980 que ingresó a la institución, que en ese momento llevaba el nombre de Policía Municipal. Siempre gustó de ser un uniformado respetable, recuerda que mientras él estuvo en el colegio Rafael Larrea, observaba con admiración a los policías patrullar los mercados, y cuando tuvo la oportunidad de formar parte de la institución no dudó dos veces en pertenecer a ella.

Siendo parte de la institución, pudo palpar más de cerca los problemas sociales que existían dentro de la ella, con los compañeros como el alcoholismo. Sin embargo, orgulloso de haber ingresado a una institución uniformada se dedica a cumplir con las funciones a él encomendadas. Mi sub quien ingresó en la alcaldía del Doctor Álvaro Pérez Intriago, cuenta que en esas fechas se cumplían las funciones principales del control del comercio informal, pero también, con consignas especiales como era la vigilancia de la casa de los alcaldes, y orgulloso nos muestra su primer silbato que lo acompañó por muchas noches en las rondas Quiteñas.

A los 17 años de servicio, las autoridades institucionales se enfocaron en la depuración del personal, con el único fin de que la institución siga trascendiendo del desprestigio en el que se encontraban, a una imagen institucional bien cimentada, ahí salieron muchos compañeros que, aunque le daba nostalgia verlos partir, fue lo mejor para la institución. Pero, de la misma manera, el personal que se quedó en la institución recibieron un ultimátum, “solo esperen a jubilarse, eso si no les mandan antes por no tener estudios que respalde su permanencia en la institución. Aunque ustedes sean antiguos, no se les va a tomar en cuenta para nada”. Este ultimátum le cambio la vida. Con la aprobación de las autoridades de la institución, retoma sus estudios por medio del ICAM, para culminar su bachillerato, partiendo desde el tercer curso, meta que cumple a sus 38 años, “No fue fácil combinar los estudios con el trabajo y la familia, trabajaba en la mañana en el trole y en las tardes iba a clases”.

Cuando el cumplió sus 40 años de edad, se crea el grupo de Turismo, con un grupo de compañeros profesionales en el idioma inglés; y para los cuales, nace en él nuevamente el espíritu de superación profesional. Por un año y medio continua sus estudios de inglés, para entonces, él se desempañaba como winchero, y los controles en la ciudad iban aumentando. La ya llamada Policía Metropolitana, asumió la competencia del retiro de los vehículos mal estacionados, y en fiestas de Quito el trabajo se fue multiplicando. Con el trabajo en aumento, la licencia de estudios le fue retirada y no tuvo otra opción de suspender sus estudios por jornadas laborales mínimas de 12 horas diarias.

Al mismo tiempo, su hija mayor culmina el colegio, y decide junto con ella que sería su hija quien continúe sus estudios universitarios. Los recursos eran limitados: el arriendo y los estudios de dos hijos más pequeños, impidió culminar sus estudios en el idioma inglés. Sin embargo, orgulloso nos cuenta que ahora sus tres hijos trabajan en el sector de la Salud.

Su trabajo en la wincha continuaba, pero a sus 43 años se encuentra con un excompañero de la Universidad Central, cuando él estudiaba inglés, y quienes lo apodaban “Papá” por ser el compañero que tenía más edad que todos. Él le da las pautas para que continúe sus estudios, y con ese empujón, obtiene el título de “Licenciado en Ciencias de la Educación” a sus 47 años. Realizó su práctica docente en la “Escuela Municipal Sucre”, en el programa de educación a Distancia. Combinar el trabajo no fue fácil, ya que muchas de las veces fue necesario solicitar cambios de turnos. Requirió de mucho sacrificio y decisión, pero al fin la meta se consiguió. “Fue un logro de superación personal y para la institución; un ejemplo de perseverancia para mis compañeros, que vean que nada es difícil, nunca es tarde para estudiar. Él que quiere superarse no hay pretexto ni límite de edad, porque el cuerpo envejece, lo que es materia envejece, pero los conocimientos nunca”.

Aunque las ganas de seguir estudiando prevalecían, ya fue tiempo de pensar en una casa propia, para él y su familia.

El trabajo era muy duro, en ese tiempo no primaba la tecnología y por ende era muy difícil la comunicación con el personal durante el tiempo de trabajo, las novedades se daban a conocer cuando el personal retornaba al cuartel porque ya aparecían con heridas y ensangrentados, en ese tiempo había muchos compañeros agredidos. Hoy ya se cuenta con el respeto de la ciudadanía, y eso es por el trabajo de todos. Con 24 años de servicio en la institución, bajo la dirección del coronel Jorge Acosta y con miras en la inauguración del nuevo cuartel de la Policía Metropolitana ubicada en la Loma de Puengasí, es considerado para ser ascendido al grado de Subinspector.

Con el grado y la responsabilidad sobre los hombros, asumió el nuevo reto con otra visión, más que sancionador, un motivador. “yo me consideraba un policía más porque me involucraba con los compañeros para trabajar en grupo, agarraba mi pito y con el trabajo en grupal, se obtenían buenos resultados”. Bajo su mando ha tenido varios grupos de trabajo: jefe de patrullas del centro Histórico, Grupo de Control Ambiental, así también las coordinaciones de trabajos conjuntos con comisarías y Salud al Paso.

Con lágrimas en los ojos, nos cuenta que, aunque ha pasado muy poco tiempo y ha retomado la vida familiar que siempre le ha faltado y su vida social, extraña a su gloriosa y noble institución. 

Mi sub, ¿qué significa para usted ser polía Metropolitano?

Fue un gran orgullo y tener la satisfacción del trabajo cumplido. Yo entregué mi vida y mi juventud, entré a los 20 años y hoy salgo de 60, y el Municipio me dio los recursos para poder cumplir con mis metas familiares. Aunque pasé en algunos momentos muchas necesidades, hoy tengo mi recompensa. El ser policía Metropolitano es mi más grande orgullo, todos los días se hace historia y para mí, esta historia queda en los más grandes recuerdos de mi persona.

A mis compañeros les deseo los más grandes éxitos, que hagan las cosas bien y apoyen al engrandecimiento institucional. Hoy como personal cesante, solo mis funciones se acabaron, pero esos colores institucionales quedan muy impregnados en el fondo de mi corazón, hasta el último día de mi vida. 

Hoy, mi sub, como lo llaman toda su familia, esposa, hijos y nietos, dedica su tiempo al cuidado y disfrute de la infancia de ellos, además también apoya en la preparación académica de sus nietos. Con el confinamiento, su profesión hoy le permite tener las herramientas necesarias para ser el maestro académico de ellos.

 “El 31 de mayo del presente año, fue mi último turno en el centro histórico de Quito, yo salí despidiéndome del personal, motivándoles e impartiendo perseverancia a mis compañeros para fortalecimiento de ellos y para mi querida y noble institución”, dice el subinspector Marco Simbaña.

Entrevista realizada por: Daniela A. Rodríguez J.

 

Escrito por: 
Daniela Rodríguez