Douglas Galarza: "Soy un servidor de la comunidad"

¿Quién es Douglas Galarza?

Soy un servidor de la comunidad, que quiere devolver un poco de lo que ha tomado de ella. Vengo, orgullosamente, de una familia numerosa, lo que me permitió entender y ser tolerante con las diferentes formas de pensar, sentir y expresarse, que tienen las personas. Lo vi como un aprendizaje, como todo lo demás que he experimentado a lo largo de mi vida. Al haber nacido en una ciudad pequeña como Tonsupa que, además, ha estado olvidada por lo que abunda la pobreza y la violencia, tuve la oportunidad de, no solo ver, sino analizar la realidad de la gente, del pueblo que, como yo, luchaba a diario para comer y superar cada día. Tuve una infancia llena de necesidades, pero me considero afortunado porque, por lo menos, tuve la oportunidad de ir a la escuela; para ayudar a mi madre y hermanos, vendía helados y pan a domicilio, desde mis siete años.

¿Qué pasó luego de la escuela?

Tenía que elegir, entre dedicarme solo a trabajar o continuar con la secundaria. Continué con trabajos pequeños y esporádicos e ingresé al Colegio Técnico Agropecuario “Alfredo Pérez Guerrero”. Pude costearme mis estudios y seguir ayudando a mi familia, siempre con la consigna de mejorar a cada paso. Una vez graduado, decidí mudarme a la capital, porque en aquella época, todo el que quisiera un mejor futuro, debía aspirar a irse a la capital. Así que eso hice y me matriculé en la Universidad Central del Ecuador, en la Facultad de Agronomía.

¿Cómo fue comenzar en una nueva ciudad?

Tuve la suerte de contar con parientes que me abrieron las puertas, pero su situación tampoco era de la mejor, por esto, eventualmente, decidí que era mejor independizarme, así que alquilé una habitación en el sur de la ciudad y conseguí un empleo como guardia. No fue fácil pero pude estudiar y mantenerme, aunque con lo justo. Luego tuve la suerte de conocer a quien sería mi esposa, que también era estudiante en la misma universidad, pero su especialidad era la Matemática; en determinado momento decidimos formar una familia y pensamos que lo mejor era criarla aquí mismo, en Quito.

¿Cuál fue la sensación de ese logro?

Una gran satisfacción. Viajé a ver a mi madre para que vea mi título y se sintiera orgullosa de que su hijo pudo salir adelante a pesar de las dificultades y rompió con los estereotipos que la sociedad nos impone. Claro que no dejé mi preparación hasta ahí, luego viajé fuera del país, hasta Brasil, para especializarme.

Hay algo más en todo este esfuerzo que ha hecho. ¿Qué lo motiva?

Servir a la gente, la cuestión financiera no ha sido mi prioridad. El ver el entorno en el que crecí y como se precariza, desde hace años, el trabajo del agricultor y se lo desvirtúa. Me parecía ilógico que, algo tan importante como es la producción de alimentos, no tuviera la importancia y los medios necesarios para desarrollarse; he visto como cada generación ve en la agricultura, algo que no vale la pena, el avergonzarse de ser campesino, cuando lo único que hace falta es mejorar las condiciones de trabajo y llevar conocimiento para que este maravilloso trabajo sea sostenible.

¿De ahí nacen sus proyectos y trabajos académicos?

Sí, decidí empezar a hacer estudios de campo y a escribir varios artículos académicos sobre la importancia de enseñar a los agricultores a mejorar su trabajo y al resto de gente a producir sus propios alimentos, dentro de sus espacios. De ahí nacen los Huertos Orgánicos Saludables, Agrorosas, Finca Agroecológica Sostenible, ChocoJeff y más. Y, de todo este trabajo, de todos estos años de activismo independiente en la agricultura, además de mi experiencia de vida, nace la inspiración para escribir mi libro “Rumbo a la Excelencia”.

¿Cómo ayuda su labor a superar ciertos males de la comunidad?

Bueno, cuando una familia empieza a descubrir la agricultura casera, empiezan a involucrarse todos los miembros de la misma, sin importar la edad de cada uno de ellos. Mientras los adultos mueven la tierra o instalan los espacios para sembrar, fertilizan y más, los pequeños pueden limpiar las plantas, cuidar los cultivos. Creo que de esta manera la familia pasa tiempo de calidad, mejora su alimentación y sirve a sus vecinos. Primero, como ejemplo de que sí podemos producir nuestros alimentos y segundo, si todos empiezan a hacerlo, podemos desarrollar una economía solidaria entre vecinos, mejorando la convivencia en comunidad.

¿Cuáles son sus planes a futuro, en lo personal y a nivel de comunidad?

Continuar con los proyectos ya planteados y que se han puesto en marcha; como Presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Pichincha, continuar actualizando a la institución y preparando capacitaciones, eventos y convenios que visibilicen el trabajo del agricultor y la falta que hace tomar medidas en un sector productivo que está pasando una gran crisis. Por otro lado, continuar dando charlas motivacionales y capacitación gratuita, como en todos estos años, a las personas en las comunidades rurales y, a quien las solicite, en las urbanas, con el fin de generar conciencia y motivar al emprendimiento solidario. También he estado en conversaciones y presentando proyectos, con la alcaldía de Tonsupa para implementar en las tierras de los campesinos de la zona; espero, con mi emprendimiento de ChocoJeff, que más personas se interesen en este mercado y así posicionar el cacao ecuatoriano, que de por sí es muy apreciado fuera del país, pero la manera de cultivarlo y procesarlo, lo ha dejado en un poco de desventaja, creo que eso debe cambiar. Y, desde mi oficina, de manera independiente, continuar dando asesoría para una agricultura sostenible, llevar al campo lo aprendido en otros lugares.

Para finalizar ¿Douglas, se puede superar la violencia, en cualquiera de sus facetas?

¿Si se puede? ¡Claro que se puede! El conocimiento y el compartirlo con nuestra comunidad nos puede ayudar a superar la violencia, desde la económica que es la que más golpea a nuestra gente.

 

 

 

 

 

Escrito por: 
Blanca Rossana Ayabaca