Wayra Coro: "El activismo político es cuando te involucras en su totalidad, sin ser figura pública"

Wayra Coro, que traducido es "Jaguar del Viento", es activista político de la comunidad puruhá Balda Lupaxi. Trabajó para su comunidad y posteriormente se involucró en algunos movimientos políticos, entre ellos la CONAIE. Desde las bases apoyaron al proyecto político del ex presidente de Rafael Correa. Actualmente es mentor del proyecto Ponchos Rojos- Pulukjris, trabaja en su propuesta.

¿Cuándo nace el deseo de involucrarse en la política?

Mi deseo de participar nace precisamente cuando uno se da cuenta que los derechos, sobretodo, de los indígenas, son vulnerados, es decir, somos negados a un acceso a la educación, al acceso a las políticas de estado que benefician a todos, digamos de cierta manera, estuvimos aparte de la sociedad y nunca fuimos beneficiarios de nada, nace en cuanto uno empieza a sentir esas necesidades.

¿Hace cuánto tiempo?

Probablemente hace unos veinte años.

¿Cuál era la necesidad básica que tenían en ese momento, cuál era la inconformidad?

Nuestra comunidad estaba alejada de todo, completamente, de todo lo que pasaba en el mundo, en nuestro país, y por ese mismo hecho estábamos olvidados. Nosotros no contamos con caminos vecinales, no contábamos con los  servicios básicos, nunca tuvimos agua potable, la luz ya estuvo allá, pero educación, por ejemplo, no tuvimos una educación de calidad, nos educamos en una escuelita unidocente, todos metidos en una misma aula. Esas necesidades, incluso el tema agrícola, hasta ahora mismo continúa eso. Los intermediarios llegaban a la plaza y ni bien llegabas a la plaza nos quitaban todo, a la fuerza, y nos pagaban lo que ellos creían. Esas cosas van generando cierta intranquilidad, y eso nos inquietaba a nosotros, el plantearnos que algo hay que hacer, con alguien hay que juntarse, hay que ver, hay que exigir al gobierno para que implemente políticas en las que todos seamos respetados, en las que  todos tengamos una educación digna y tengamos acceso a servicios básicos.

¿Cómo empezó la lucha, el involucrarse en la política?

Tiene varias connotaciones, tienes varias formas de participación. Empezamos a trabajar en la cuestión musical y a través de la música cantábamos cosas que  pasaban en la comunidad. Después fuimos estudiantes y exigimos derechos estudiantiles. Cuando querían privatizar la educación, por ejemplo, salíamos a manifestarnos, a hacer marchas en rechazo en éstas políticas de la privatización de la educación. Luego fui involucrándome un poco más en las comunidades hasta que me eligieron dirigente de una organización de segundo grado ahí en mi parroquia, en Columbe. Luego trabajé en la CONAIE, ahí fue donde me involucré más a profundidad y últimamente, fui hasta hace dos años, dirigente del Movimiento Indígena  del Chimborazo que es la organización más grande que existe en nuestra provincia y, ahora, soy presidente de la asociación "Ponchos Rojos".  Entonces, ha habido varios niveles de involucramiento con la organización, con la participación, con el activismo político. 

¿Cómo considera que es la política?

Es esa capacidad de entender la situación en la que vive una sociedad y servir para poder transformar esa sociedad, eso es para mí la política. Y el activismo político es cuando te involucras en su totalidad sin ser figura pública pero te involucras para intentar cambiar de algún modo, incidir de algún modo en la gente que está en el poder. Yo he estado en la parte dirigencial pero es este modo de activismo político, que es desde atrás, sin exponerte públicamente.

¿Ppor qué trabajar desde el comunismo?

Yo nunca me identifiqué con el comunismo, ni en mi etapa juvenil, ni ahora tampoco. Lo nuestro más bien fue con el trabajo comunitario en  Chimborazo, entonces mi comunidad Balda Lupaxi fue una de las últimas en trabajar en este sistema comunitario en donde  trabajas para todos y beneficias a todos,  "uno para todos y todos para uno ". Recuerdo, esa era la consigna de mis abuelos, de mis padres también.

En el año 2000  esta comunidad fue desintegrada, los compañeros de la asociación empezaron en tener ciertas críticas, ellos decían: "estamos cansados de trabajar todos para todos, mejor queremos tener nuestro propio territorio, nuestra propia tierra, nosotros veremos si sembramos o no sembramos". Fue un golpe duro para nosotros. El tema fue que eso se transformó en abandono a las tierras y migración hacia la ciudad. Entonces, hay un gran trabajo que es importante ir actualizando los sistemas de organización en los campos en el tema de agricultura, en el tema del arte.

De pronto, los jóvenes nos sentíamos aislados de todo. Allá por ejemplo no salíamos. No salíamos a trabajar afuera porque todos teníamos todo. Todavía hay este deber, esta reflexión de saber qué es lo que nosotros como comunidad buscamos. El trabajo comunitario nos permitía vivir en nuestra comunidad pero nos privaba de otras cosas,  conocer más el mundo, de relacionarnos con otra gente, eso estaba privado no porque alguien nos lo decía sino porque las condiciones  eran así, así se daban, nosotros no teníamos dinero para salir, así de simple.

¿Luego del 2000, qué proceso ha sufrido la comunidad?

Nuestra comunidad es como cualquier otra comunidad, "común y silvestre" . Es decir gente afuera, gente estudiando afuera, familias desintegradas, otras familias definitivamente ya se vinieron a vivir a las ciudades, vendieron todo allá. Todo lo que causa eso ya es sabido por todos, mayor pobreza, pérdida de identidad, la identidad cultural y todos los efectos que eso lleva; sobrepoblación de las ciudades... Por lo menos la cuarta parte  de la gente vendió todo y vinieron a Quito,  entonces ya no pueden regresar, no tienen con qué regresar, a pesar de que acá tampoco están bien. Genera todo ese tipo de problemas que se genera en cadena, lo uno perjudica a lo otro. El problema de cualquier comunidad, de cualquier población que decide abandonar su comunidad y buscar nuevos rumbos.

Al haberse dado la migración, la comunidad quedó vacía, ¿cuál es la política de trabajar allá?

Mira, nosotros a partir de esta experiencia que tuvimos en el 2000, después de serios líos, incluso familiares, por abandonar el territorio. Entonces hay otras comunidades en la que hemos visto y experimentado que sólo hay abuelos, no hay jóvenes, no hay nadie más. Si se mueren los últimos abuelos, dejó de existir la comunidad, así no más.

Claro, nosotros preocupados por este tema, con los Ponchos Rojos intentamos mantener esa esencia de la vida comunitaria, mejorando y accediendo a ciertas aristas que te ofrece la tecnología o el mundo globalizado. Por ejemplo, las chicas ya no quieren vestirse como las abuelas puruháes. Entonces qué dice uno, si ya no quieren vestirse, simplemente no se visten y se pierde, nadie está obligado a vestirse como tal, como quiere la cultura, digamos. Lo que hemos optado es rediseñar nuestra identidad, por recrear nuestra identidad, por reinventarnos nuestra identidad que vaya a la par, acorde de nuestros tiempos, que use los elementos que tenemos disponibles ahora. Una identidad que sea capaz de reconocerse en las grandes ciudades en Quito, en Guayaquil , que tu le  veas y digas: "ese es un Poncho Rojo". Andamos en esa búsqueda, en esa experimentación, en esa renovación; reinvención de lo que es nuestra identidad para que no se pierda por completo sino que se transforme en algo mucho más actual y es lo mismo en la música, en todo.

¿Sería una transformación o sería una fusión?

Mira, nuestros principios tienen que ser puruháes. Tener su amor a la tierra, por ejemplo. No te olvides de la "ashpa mama", de la tierra; otro principio puede ser el de solidaridad de nuestra tierra. Aún, estés viviendo en donde estés, eres solidario con tu comunidad, con tu gente, apoyas a tu gente, eso es tan válido como en el año uno como en el fin de los tiempos el principio de solidaridad. 

Escrito por: 
Sara Esperanza Rivadeneira