¿Está usted de acuerdo que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?

Esta era la pregunta número 8, de la consulta realizada por el Estado ecuatoriano a la población, aludiendo concretamente a las peleas de gallos y a las corridas de toros.

Aunque los resultados fueron muy distintos dependiendo de la provincia del país preguntada, sigo insistiendo de que esta no era la gran cuestión con respecto a este tema, aunque muchos siguen diciendo que sí.

La verdad es que siento muchísimas contradicciones en estos temas tan latentes para la sociedad, y no porque provengo de un país en donde múltiples celebraciones tienen como premisa la violencia hacia el animal, es porque discuto esto, al contrario, suelo estar en contra de todas estas celebraciones, pero sí siento que existe muchísima demagogia al respeto, y el hecho de que se utilice este tema como alegato de un pensamiento político, creo que aun me molesta más, que el espectáculo en sí.

Digo esto, porque si nos ponemos a analizar el cuidado de la gran mayoría de los animales que participan en estos espectáculos, muchos tienen una calidad de vida envidiable con respecto al resto de la fauna existente en el planeta. Y ya la comparación se hace aún más abismal cuando los comparamos, con cualquier animal que se encuentra hacinado en criaderos, donde prácticamente no les dejan moverse de su jaula para que engorden más rápido, como es el caso de los cerdos; o les cortan las alas y el pico, en el caso de las gallinas; teniendo como objetivo primordial la crianza rápida de estas especies para crear grandes producciones de carne, para el alimento humano. Por eso insistiré en que la pregunta estaba mal enfocada, en realidad, debería preguntar algo así, para que realmente fuésemos conscientes que estábamos discutiendo:

¿Está usted de acuerdo en que es más cruel matar un animal que ha tenido una buena vida de cuidados alimenticios y personal por interactuar en un espectáculo,  a matar un animal que ha tenido una vida pésima, inmovilizado y cual único fin es que usted tenga una buena parrillada el fin de semana?

Al final, como bien dice el dicho, “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

Escrito por: 
Almudena Grandal