Jóvenes llenos de sueños e ilusiones llegan a la vida militar

QUITO.- Portar el uniforme del Ejército y llegar al grado de general es el sueño que lleva a cientos de jóvenes a inscribirse cada año en  “La Escuela Superior Militar Eloy Alfaro”, pero no todas las persona pueden cumplir esta meta que se han propuesto, ya que para ser militar no solamente es indispensable contar con el deseo de portar el uniforme, lo que en realidad prima en esta carrera es un sentimiento más grande, que nace desde muy el fondo del ser humano, el cual es “la vocación y el placer de servir a la Patria, sin interés alguno “.

Este sentimiento de vocación y servir a la patria vive impregnado en el corazón de Patricio Arévalo, él es un joven soñador que nació en un sector humilde de Quito, desde muy pequeño tenía la ilusión de pertenecer a las filas militares, lo cual era muy difícil para él, ya que su familia era de bajos recursos y no le podía dar ese nivel de estudio, pero a pesar del sufrimiento y los obstáculos que se le presentaban para cumplir su sueño,  Patricio investigo varias fuentes, en el que  se mencionaba que un cadete aspirante a la ESMIL, puede ingresar becado ya sea por méritos académicos o deportivos, desde ese momento sin que su familia descubra que dio su primer paso hacia su meta, Patricio empezó a  prepararse académicamente, él estudiaba de sol a sol, luego de todo el esfuerzo y dedicación logró dominar la parte académica, Patricio con una postura firme, dio el siguiente paso empezó a entrenar físicamente, sus rutinas eran muy fuertes, pese a que llovía el salía a entrenar, con sus zapatos rotos que le lastimaban sus pies y a la vez le hacía enfermarse, pero todo ello no era un impedimento para lograr su objetivo, a este ritmo transcurrió dos meses, en los que los días pasaban y el terminaba todas las tardes con sus ojos cansados, su cuerpo muy adolorido, a tal punto que sus pies ya no le respondían, debido al sobre entrenamiento realizado.

Pero al final de toda esta etapa de entrenamiento, Patricio  con su mirada muy brillante, que la única sensación que producía era alegría y esperanza, decide postularse como cadete en la ESMIL, él va solo sin avisar nada a su familia, cumple con todo el proceso, rinde todos los exámenes satisfactoriamente, en los cuales el día de ir a ver la publicación en los cuadros de los Cadetes becados que han sido aceptados, el nombre de él estaba ahí, Patricio muy incrédulo lo leía una y otra vez, con sus ojos llenos de lágrimas, toma el primer bus para ir a su casa , corre a los brazos de sus padres y les dice con voz  solloza “misión cumplida”, logre mi sueño, el 05 de octubre ingresaré a la “Gloriosa Cuna de Héroes” como cadete becado, sus padres no comprendían nada de lo que él decía, pero Patricio les explica todo y ellos muy orgullosos de su hijo lo apoyan moralmente y lo motivan a seguir firme en su meta.

Hasta que llegó el tan esperado 05 de Octubre, pese a que era una mañana muy fría y lluviosa, para ellos era un día de fiesta, porque era el día en que su hijo iba hacer la entrada triunfal para cumplir su sueño, sus padres muy orgullosos acompañan a su hijo a la ESMIL, llegan y se despiden de el con un fuerte abrazo. Patricio sin regresar a ver atrás, con su rostro enrojecido y tembloroso ingresa por el portón de marte, en el cual les recibían los oficiales instructores  dándoles la bienvenida a la vida militar.

Pasó el tiempo y Patricio fue escalando cada curso militar, con méritos y esfuerzo, aprobó los cuatro años de formación en la ESMIL, en los que siempre se destacó obteniendo la primera antigüedad.

Este joven soñador se graduó con honores como Subteniente del Ejército Ecuatoriano y reconoce que entre los sacrificios más duros realizados durante su trayecto en la Institución, ha sido su familia, ya que para poder cumplir su objetivo ha tenido que estar lejos de ella, pero pese a ello con voz fuerte y firme Patricio, dice ser un humano apasionado por su profesión, que sabe que para poder ser eficiente y eficaz en su trabajo, tendrá que hacer muchos esfuerzos más, pero entre una que otra carcajada, el afirma que todo aquello es válido y que si volvería a nacer elegiría de nuevo esta profesión, ya que en él vive la vocación por la carrera militar.

Es así, que este sentimiento se va transformando en realidad, en el momento en que existe una persona firme y convencida de lo que desea hacer de su profesión, como es el caso del Sr. Subteniente del Ejército Ecuatoriano Patricio Arévalo, de 24 años de edad, que para llegar a graduarse de la ESMIL, tuvo que atravesar por varias situaciones en las que cada una de ellas ha ido plasmando su vida y fortaleciendo su amor por la milicia, en función de contribuir en el desarrollo de la Patria a través de la labor que realiza dentro de la institución, mediante su trabajo abnegado y sacrificado, viviendo cada día con la frase emblemática “solo venciéndote, vencerás”

Escrito por: 
Gissela Calle