El milagro de la vida

La emergencia se reporta a las 03:30 am. a la UPC  de Nanegal. Diana J. tenía  dolores  de parto, la vida de madre e hijo estaba en peligro. 

La vivienda se ubica a 1 hora de distancia  de Nanegal, en Chacapata. Las sombras de la noche y  los dolores de la parturienta, hacían la escena dramática, el tiempo se pasaba y  el parto, igual.

Al esposo de Diana, le habían manifestado, que las ambulancias estaban ocupadas en otros casos. Alguien tenía que hacer algo, los minutos pasaban, hasta que un vehículo policial que se encontraba en patrullajes de rutina, recibe autorización para ir hasta el domicilio de la señora, para  trasladarla hasta el centro  médico de Nanegalito.

Los cabos Washington Criollo y Carlos Cabascango, activaron la sirena y rápidamente se dirigieron hasta el punto, mientras en la vivienda de la mujer la situación era de incertidumbre, solo el sonido de algunos bichos y animales, se escuchaban de cerca y lejos; la tensión aumentaba, hasta que les informaron que un patrullero se dirigía al  sitio para sacar a la paciente.

1 hora  después,  se advertía a la distancia, que el patrullero se acercaba  con el sonido de la sirena y las luces. En cuanto llego la señora fue embarcada y rápidamente el vehículo dio vuelta y emprendió el camino de regreso, hasta el centro médico.

 Los uniformados acompañaron a la Sra. con tácticas psicológicas, lo que les ayudo a manejar la situación, lo único que querían todos era  llegar,  pero al parecer la distancia, cada  vez se hacía más larga y los gritos de dolor de la señora eran incontrolables. Lo que nadie sabía, es  que la paciente ya tenía 10 puntos de dilatación y se venía un parto inminente, el niño estaba en posición y ya había coronado.

Rápidamente uno de los gendarmes se incorporó  sobre su asiento y tapándola con una cobija, le dijo que se recueste lo más que pueda para recibir al niño, en ese momento no había tiempo para dudar, le llegaron las contracciones y cada vez la cabeza del niño era más visible. El camino hacia el centro médico, interminable, pero la naturaleza tiene que seguir su curso y entregar al mundo el producto de su gestación,   cuyo encargo, fue recibido por uno de los policías. Faltando dos minutos antes de arribar  al centro médico, lo que fueron tres personas en un patrullero llegaron 4: dos policías, una mujer y un recién nacido. 

En cuanto llegaron, personal medico recibió  a los huéspedes de la casa asistencial, la preguntas eran  ¿cómo estará madre e hijo? ¿Se habrá pasado el parto?  ¿Qué consecuencias tendría la situación? Los  pacientes fueron sometidos a chequeos médicos íntegros, conclusión: madre cansada por la labor pero sin novedad y  un niño que lloraba;  buen síntoma, lo que advertía que gozaba de buena salud y sin problemas.

En tanto que los dos uniformados, aun no creían lo que acababan de vivir, una experiencia que seguramente la contaran, en sus momentos de tertulia con sus compañeros y familiares. Luego de controlada la situación, pudieron ingresar a ver como estaban sus improvisados pasajeros, hasta que una sonrisa de agradecimiento los recibió, en cuanto cruzaron la puerta de la habitación, donde madre e hijo se encontraban.

La mirada de la mujer lo decía todo, cuyos ojos brillaban como el cristal y las pocas fuerzas que le quedaban, las empleo para decir con vos entrecortada de la emoción gracias, a los uniformados que estuvieron con ella en esos momentos críticos; eso les conmovió a los cabos, pero su satisfacción fue total, cuando en la cama vieron al niño que dormía plácidamente.

El parte fue dado al Crnl. Carlos Alulema, comandante de la Zona 9 del Distrito Metropolitano de Quito, quien luego de enterarse del caso, viajo rápidamente hasta Nanegalito, para visitar a la señora y felicitar por la labor ejecutada a los dos policías.

“…Esto no es parte de nuestro trabajo, pero lo hacemos con el mayor de los agrados, para eso también nos preparamos los policías. Nuestra ayuda esta  en diferentes ámbitos y lo hecho por  nuestros dos elementos, confirma y ratifica nuestra  misión, que  no solamente es  precautelar la paz ciudadana, sino también, estar listos para cualquier emergencia que requiera nuestra presencia. Me han informado que la madre y el niño están en buenas condiciones, lo que nos alegra. He venido también  a felicitar a los dos policías que estuvieron a cargo de la emergencia; la institución se siente complacida por el desempeño de nuestros elementos…” manifestó el alto oficial, al tiempo que uno de ellos  le obsequiaba un ramo de flores a la emocionada madre.      
 

Quizá todos tengamos en la retina la imagen de un policía que emplea la fuerza progresiva para mantener el orden, ellos también son parte de aquellos elementos, duros de carácter y firmeza. Pero estas acciones,  les hacen ver su lado humano, caballeros de la paz y espíritu noble.  

Escrito por: 
José Ignacio Arévalo