JUGUETES PARA ENTRETENERSE UN RATO

QUITO.- Andrea Paredes, es una joven alta y desgarbada, de veinticuatro años de edad, a quien la vida le ha jugado distinto que a los demás. Desde que tenía quince años, Andrea o como en su entorno la conocen “La flaca” fumaba marihuana, y cuando no contaba con el dinero o alguna forma para conseguirlo, gustaba de fumar base de coca o mejor conocido como bazuco.

Los fines de semana la Flaca salía temprano de su casa, sin que sus padres se dieran cuenta, cada detalle era preciso pues pertenece a una familia con un estatus respetable. Sus amigos los gamines de la zona apenas  logran conseguir unas monedas para su día a día cuidando los carros en la Plaza Fosch.

Luego de un largo día de trabajo sus amigos, se juntaban con la Flaca, reunían sus chochos (monedas) y compraban el suficiente bazuco para la noche.

Así empezó a meterse en el negocio. Andrea explicó que los jóvenes que venden droga, casi siempre son consumidores y necesitan dinero. Además reveló que, a medida que un dealer vende droga también la puede conseguir de manera gratuita. Sin embargo, tras esta cortina de intercambio de sustancias psicotrópicas existen motivos más profundos que obligan a los adolescentes a incursionar en el mercado de la droga, una fantasía, nada cierta.

El narcotráfico es una plaga que está presente alrededor de todo el mundo. Dentro del mercado de la droga los dealers, como Andrea, juegan un papel importantísimo.

“Nos buscan a los jóvenes porque tenemos más acceso a otros jóvenes”. Es evidente que el delito que representa la compra o tenencia de una sustancia psicotrópica infunde temor en jóvenes que buscan maneras fáciles de acceder a la droga. Por lo tanto, los dealers son los intermediarios entre los gigantes del narcotráfico y los consumidores callejeros.

Fiestas, raves o simplemente las calles, una esquina, representan el escenario perfecto de acción de los pequeños vendedores. Según Andrea, existen detalles importantes que los astutos dealers deben conocer para realizar su trabajo. “Cuando nos piden droga, nosotros llamamos al jefe y nos encontramos en un lugar diferente siempre. Hacemos las vueltas, vendemos la mercancía y no ha pasado nada” El obscuro negocio de la droga recae en la utilidad que se logra a partir de la venta de cada unidad. Por ejemplo, un capo consigue una pepa (pastilla de éxtasis) o un ácido (cartón de LSD) en un precio cercano a los cinco dólares, pero lo vende en veinte. Esta es la razón por la cual el mercado del narcotráfico es tan lucroso y a la vez tan peligroso.

Pero esto no es todo. Muchos de estos jóvenes, presos en el mundo de la droga, son atrapados por sus padres e internados en centros de rehabilitación. Muchas veces son productivos, sin embargo, en otras ocasiones solo sirven para distraerlos un poco del vicio y el trabajo, pues al salir, vuelven a caer en su adicción.

La rutina de La Flaca desde que sale de su casa, aun sin que sus padres logren darse cuenta, se ha vuelto ya una costumbre. Va a una y a otra fiesta jueves y viernes, distribuye la mercancía con cautela y mientras hace su trabajo disfruta de la fiesta, mete una pastilla en su boca, baila un rato, toma una cerveza, hace nuevos amigos, cruza teléfonos y es así como va ganado clientes.  

Según Andrea, la mayoría de jóvenes involucrados en el negocio son adinerados.

Además, nos relata la historia de su amigo Pedro N, un joven apenas de diecisiete años. Pedro se dedicaba a la venta de éxtasis. Su adición obligó a sus padres a internarlo en un centro de rehabilitación, pero su situación es crítica, ya que tiene una deuda de dos mil dólares con el jefe mayor, puesto que la mayoría de veces en las fiestas raves él no se dedicaba a vender su mercancía, sino la distribuía entre su manada de forma gratuita.

El caso de Andrea y el de Pedro son solo dos más de la larga lista de jóvenes que se ven involucrados en el negocio de la droga, la cual asciende más y más, año tras año. El dinero fácil, la satisfacción de la droga y una vida de vicio son causas definitivas para que el mercado de la droga sea tan extenso como en la actualidad. Pese a la campaña exhaustiva de empresas y fundaciones en contra del consumo de droga, la cifra de personas que son detenidas por consumo o tenencia de drogas crece casi al mismo ritmo que el propio negocio. El trabajo de centros especializados para manejar a personas que mantienen una adicción es excepcional, pero, a la final, no es suficiente como para crear una consciencia en contra del consumo de estas sustancias.

Andrea acaba de recibir una llamada, al parecer un negocio. Regresa con su manzana en mano pero antes de irse toma asiento, saca una pequeña funda de su bolso, hace hueco a su manzana con la mina de un esfero. En un extremo coloca tan solo el polvo de un pequeño bulto verde, prende su fosforera y lo fuma. Casi tan escasa de tiempo y con un abrazo fuerte se despide.

Escrito por: 
Paulette Torres Herrán